EL MUNDO
19 enero 2012
¿Por qué el ejercicio
es saludable?
Ángeles López
No deja de escuchar que el ejercicio es sano para el cuerpo
pero, ¿por qué? La respuesta que nos viene es inmediata: Porque mejora o
previene ciertas enfermedades como la diabetes o los problemas
cardiovasculares. Sin embargo, ¿cómo lo hace? ¿De qué manera la actividad
física controla el nivel de azúcar en sangre o evita un infarto? Dos estudios
dan con la clave a estas preguntas: El ejercicio activa un gen y una hormona
que ponen en marcha procesos orientados a la quema de calorías y a la limpieza
celular.
El
grupo de Beth Levine, del
Instituto Médico Howard Hughes
y de otros centros relacionados con la nutrición y la biología celular, es
responsable de uno de los trabajos que publica esta semana 'Nature'.
Mediante la manipulación genética de ratones, estos investigadores han podido
comprobar que el gen BCL2 tiene un papel crucial en el metabolismo celular,
incluida la glucosa.
En
nuestro organismo existe un mecanismo denominado autofagia,
como un sistema de defensa, que consiste en la destrucción de las proteínas
defectuosas y favorece la renovación celular. Este proceso está mediado por los
lisosomas que serían como los basureros de la célula. "Esto se traduce en
una mejora del estado metabólico, como un mejor control de la glucemia, etc. Si
la maquinaria se renueva y todas las piezas son nuevas, todo funciona
mejor", explica Andreu Palou,
miembro del CIBERobn y director del laboratorio de
Biología Molecular, Nutrición y Biotecnología de la Universidad de las Islas
Baleares.
Lo
que Levine y sus compañeros observaron fue que al
practicar ejercicio se activa el gen BCL2 y con ello se induce la autofagia en el músculo cardiaco y esquelético de los
ratones a los 30 minutos después de haber realizado una actividad intensa como
correr en una rueda. Este efecto también se observó en otros órganos implicados
en la homeostasis de la glucosa y energía como el hígado y el páncreas.
"No
hay una sola razón de por qué tenemos diabetes. Cuanto más se conozca los
elementos de ese mecanismo más se sabrá de los motivos por los que algunas
personas comen más que otras y no engordan o de cuánta cantidad de ejercicio es
necesario para activar esos elementos clave, como el gen BCL2, que antes no
conocíamos", explica Palou. "Esta
investigación se trata de un progreso significativo en el campo del ejercicio.
Sabíamos que era beneficioso pero ahora sabemos por qué", afirma.
El poder de la grasa parda
Otra
pieza fundamental para entender cómo actúa el ejercicio en el cuerpo humano es
la aportada por Bruce Spiegelman y su equipo, de
diferentes departamentos de la Universidad de Harvard
(EE.UU.), en un estudio publicado la semana pasada en 'Nature'.
Para su investigación también utilizaron ratones a los que les inyectaron la
hormona irisina, que en humanos aumenta su nivel con
la práctica del ejercicio, y comprobaron que su grasa blanca se transformaba en
grasa parda o marrón. Esa transformación es saludable porque la grasa parda
quema calorías en lugar de acumularlas.
"La
grasa parda favorece la disipación de la energía en forma de calor, no se
almacena. La implicación de la grasa parda en la obesidad es algo muy novedoso.
Hasta hace poco se pensaba que esta grasa sólo estaba en recién nacidos pero
hace unos años se vio que no era así y que los adultos tenían algunos focos de
este tejido. La mayor presencia en bebés explica que tenga un efecto termogénico mayor. Es lo que vendría a explicar el dicho
popular de que si se pierde un bebé en la nieve aguantaría mejor que un
adulto", señala Ana Belén Crujeiras, del Grupo
de Endocrinología Molecular del Hospital Clínico de Santiago de Compostela.
Y
el ejercicio interviene en esa transformación a través de la hormona irisina que aumenta sus niveles después de una actividad
física prolongada, pero no tras una breve actividad. El grupo de Spiegelman también observó que la inyección de irisina mejora el control de glucosa y los niveles de
insulina y produce una reducción de peso en ratones sedentarios que fueron
alimentados con una dieta alta en grasas.
"Había
un sentimiento en este campo [de investigación] de que el ejercicio se
'comunicaba' con varios tejidos del cuerpo. Pero la pregunta era cómo [...] Es
emocionante encontrar una sustancia conectada al ejercicio y con un potencial
claramente terapéutico", explica Bruce Spiegelman,
profesor en Biología Celular de la Facultad de Medicina de Harvard.
Para
Jesús de la Osada, catedrático de Bioquímica de la Universidad de Zaragoza y
miembro del CIBERobn, la investigación de Spiegelman "se trata de un trabajo alucinante. Porque
explica cómo se comunica el músculo con el tejido adiposo. Aunque otros
trabajos habían descubierto otros ejes de interacción, como el endocrino,
faltaba conectar el músculo con los adipocitos, y
ellos lo han logrado. Esto podría ser la base de que a medida que envejecemos
se pierde músculo y se gana peso".
Ahora,
augura de la Osada, "es de prever que comenzarán un gran número de
estudios para solucionar algunos interrogantes como saber qué receptores están
implicados y las variantes humanas que hay, es decir, quién tiene un receptor
activado y quién no. A partir de ahora se abre un camino y es interesante ver
qué ocurrirá en los próximos meses".
Pero
no queda sólo en un tema de obesidad y diabetes. Spiegelman
considera además que cada vez existen más evidencias que relacionan la obesidad
y la inactividad física con el desarrollo del cáncer, por lo que cree que en un
futuro se podrían desarrollar fármacos basados en la hormona irisina para prevenir y tratar estas enfermedades.
Precisamente
este es el campo que está investigando Crujeiras, que
está realizando ahora una estancia en el laboratorio de Epigenética
del Cáncer que dirige Manel Esteller
en el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge.
"Estoy intentando averiguar si hay regulaciones epigenéticas
que lleven al desarrollo de un cáncer en personas obesas", señala esta
investigadora quien reconoce que la población conoce poco de esta relación.
"Todo
el mundo sabe que la obesidad tiene un efecto en la enfermedad cardiovascular
pero no conoce su efecto sobre el cáncer. Y las investigaciones están
demostrando que la obesidad tiene un alto componente en cánceres como el de
mama, colon y endometrio. Aunque poco a poco se van añadiendo otros como el de
esófago, riñón o páncreas".